
En una estación de subte de Londres pienso en mi motivación. En mi dispersión también. Escribir diario me ayudaría a encontrar temas para mi escritura. Eso había decidido John Cheever al comenzar su diario. Sin embargo en mi caso no fue así. Él sí encontró inspiración. Yo no. Estuve pensando mucho en mi diletancia como artista. Sin embargo hoy, al contemplar cuadros de la National Gallery, y descubrir que una pieza de Leonardo fue terminada 8 años después, pienso: ¿Qué es el tiempo en el proceso artístico? Kartun habla del interlocutor, de la posibilidad de que cambie durante el tiempo, o se pierda. Pero también puede ser que se encuentre. El tiempo acomoda las cosas, y el deseo las tracciona. Sin el deseo y la constancia no hay oficio. Y el oficio es necesario. No solo el talento. Pero sin tiempo no hay comprensión. Sin tiempo tampoco hay oficio. ¿Cómo conseguimos tiempo en un mundo que nos paga por él? Porque este mundo, este sistema, paga por nuestro tiempo.
Y también:
Qué importa que el tiempo pase si su transcurrir traerá claridad y paciencia. Pero si solo trae estrechez y prejuicio, manos ajadas y caminar cansado, entonces ¿no es mejor intentar detenerlo?
Con pausas.
Las necesarias pausas para comprender el alma humana.